Historia

Historia

Primero fueron los veinticinco… luego los cuarenta… y ya van sumando cincuenta los años en que comenzamos en Castelar a transitar y comprometernos con la comunidad en el campo educativo.

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Desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta la tercera década del XX, las clases adineradas de Buenos Aires, imitando las costumbres europeas, buscaron nuevos escenarios para pasar el tiempo libre. […] De aquellas primeras residencias señoriales de Castelar, hoy queda un único exponente: el Castillo de los Ayerza de la quinta “San José”, que actualmente forma parte del conjunto edilicio del Instituto Inmaculada.

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En 1940 se designa la zona como Villa Gobernador Udaondo. […] Cuentan las crónicas de los Padres Oblatos de la Virgen María que algunos misioneros, residentes en la parroquia de San Roque de Villa Ortúzar… “en el año 1941 visitaban Castelar, idealizando en cada terreno arbolado (la construcción de) un pequeño seminario. Es así que una benefactora de la Congregación (enterada de esa inquietud) compra la Quinta “El Puchito” de Villa Udaondo y la entrega a los Padres, quienes -en 1942- ponen en marcha la primera Escuela Apostólica (especie de Seminario menor).

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En 1962 se bendice la piedra fundamental de las instalaciones que hoy ocupa el Instituto y simultáneamente, gracias a la valiosa colaboración de una benefactora (la señora Graciela C. de Schmukler), se ponen las bases de la Capilla dedicada al “Dulce Nombre de María” (esquina Zapiola y P. Goyena), inaugurada el 12 de septiembre de 1963.

El Instituto era solo de varones hasta 1973, fecha en que comienza la modalidad de escuela mixta. Hecho importante, puesto que -a pesar de no ser comprendido y hasta resistido por algunos vecinos- marcó un hito histórico entre los institutos educativos religiosos de varones y de mujeres del Oeste, cuya modalidad hoy es vigente en todos ellos.

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“Actualmente el Castillo presenta cierto grado de deterioro en sus paredes interiores, en su ornamentación exterior y en los techos. […] Esta antigua casona continúa siendo un referente para la comunidad de Castelar y de todo el partido […]. Por sus características arquitectónicas, únicas en la zona, y por su historia, es uno de los edificios de valor patrimonial que es necesario resguardar para las generaciones venideras” (Prof. Sraciela Sáez).

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Parafraseando el libro del Eclesiastés que dice: “Hay un tiempo para cada cosa… un tiempo para nacer, otro para morir; un tiempo para sembrar, otro para cosechar: un tiempo para reír, otro para llorar…” (Ecl. 3,1-8), concluyo diciendo que a Inmaculada le llegó también su tiempo: el tiempo para recoger lo sembrado a lo largo de su historia cincuentenario. El tiempo para gozar el fruto del esfuerzo compartido con directivos, docentes, administrativos, personal de mantenimiento… y tanta buena gente: amigos, vecinos, familias, alumnos, ex-alumnos… El tiempo de pedir perdón por los errores y heridas… El tiempo de dar gracias a Dios por el trabajo realizado y de mirar con renovada confianza el futuro. El tiempo de volver a empezar…

En el gimnasio de la escuela hay un letrero que comienza con un “No es fácil…” y finaliza con un “… pero vale la pena.” Ciertamente no fueron fáciles los comienzos ni los desafíos y dificultades que hubo que afrontar, pero mirando hacia atrás y comprobando la legión de profesionales y trabajadores, hombres y mujeres de bien egresados, no dudamos que ¡valió la pena haber sembrado!

Comunidad de los Oblatos y Educadores del Instituto Inmaculada.-